Programa de Salud y Medicina Familiar UdeC

Sergio Minué
El Gerente de Mediado

“Hay dos maneras de acabar con la élite: matando a todos los que pertenecen a ella o apuntando en la elite a todos los que no pertenecen a ella” Jorge Wagensberg.

Siempre se dijo que la información es poder. Mientras la información pudo ser monopolizada, fue uno de los instrumentos más celosamente custodiados por aquellos que ostentaban aquel: políticos, catedráticos, expertos… Pero para bien o para mal, el siglo XXI destruyó las formas jerárquicas de difusión de la información, en que ésta se transmitía mayoritariamente de arriba abajo. Internet es la red por la que circula la mayor parte del conocimiento, la tela de araña en que cualquiera puede aportar y recibir información. Como señala Castells, las redes no poseen un centro ( como antes), únicamente nodos interconectados. Y cada uno de sus nodos, ya sea premio Nobel, estudiante o ama de casa puede ser igualmente relevante: de lo que se trata es de que sus aportaciones sean valiosas para el conjunto de la red de la que forman parte. Dentro de éstas (de nuevo Castells), la distancia tiende a cero; fuera de éstas, a infinito. Ejemplo de lo primero es que hoy es posible, a través de las redes sociales, estar más cerca que nunca de personas a las que uno ha admirado siempre y a las que nunca pensamos que sería posible tener acceso. Muestra de lo segundo es que las propias redes acaban por hacer invisibles a aquellos de sus miembros que no aportan nada, por muy importante que sea su nombre.

Los principios de la Atención Primaria de Salud, formulados en Alma Ata en 1.978 y revisitados por la Organización Panamericana de la Salud en 2.007 (Renovando la APS en la Región de las Américas) y la OMS en 2.008 ( la APS más necesaria que nunca) están siendo desarrollados, aplicados y defendidos en múltiples países de todo el mundo. Fundamentalmente porque existen evidencias sólidamente contrastadas de que los países con una APS fuerte consiguen mejores resultados a un menor coste como ya demostró Barbara Starfield.

Si aceptamos que una Comunidad de Práctica es un “grupo de personas que comparten un interés, un grupo de problemas, o una pasión sobre un tema, y que aumentan su conocimiento y experticia a través de la interacción continuada entre ellos”, como definió Etienne Wenger, no es descabellado suponer que existe una inmensa “comunidad” cuyo “dominio” es la APS , y que cada día implementan las soluciones a sus problemas cotidianos a través de una gran diversidad de “prácticas”. Comunidad, dominio y prácticas son los tres elementos fundamentales de una comunidad de práctica. Las que trabajan en la mejora de la Atención primaria obviamente existen, pero no son suficientemente conocidas por las demás: hay un inmenso caudal de conocimiento y experiencia ahí fuera, del que apenas tenemos conocimiento.

En el entorno de las comunidades de práctica la importancia de cada una de ellas viene dado exclusivamente por su capacidad de aportar información útil. En este sentido, hoy en día hay comunidades de estudiantes con mucha mayor capacidad de influencia que los profesores que les dan clase; comunidades rurales aisladas mucho más relevantes que los departamentos de universidades ampliamente conocidas.

Como señala Jane Hart, una de las mayores referencias en aprendizaje, más del 80% del aprendizaje obtenido hoy en día por profesionales se realiza de forma no formal o informal. Una nueva forma de aprender, apenas empleada hasta ahora, de la que a menudo no somos conscientes, ni tenemos intención expresa de realizar; que obtenemos