Programa de Salud y Medicina Familiar UdeC

*Diego Salazar.
Doctor en Antropología Médica
Profesor Escuela de Salud Pública
Universidad de Chile.

En esta primera columna, el profesor Salazar nos invita a redescubrir enfoques como la teoría de familia de Bowen (teoría de la autonomizaciòn creciente) la teoría de Minuchin (teoría de la estructura) y la teoría de Bowlby (teoría del Apego), releyéndolos con una mirada diferente, no tan apegada al texto, considerándolos más como punto de partida que como punto de llegada para repensar familia.

Bowen focaliza el tema de la contención  de la prole, como función familiar, dentro de un proceso de creciente autonomía emocional, corporal e intelectual. Desde esta mirada, los padres deberían estar atentos para descubrir en la vivencia diaria con sus hijos, cómo ellos van desarrollando y fortaleciendo sus capacidades, mediante la observación de la evolución del desarrollo psicomotor de sus hijos/as.  Y de este modo, delegar gradualmente actividades y responsabilidades en la medida en que perciben este crecimiento o estas nuevas capacidades  en el niño o la niña.

Minuchin plantea la importancia de la estructura, relevando como misión de la familia el satisfacer las necesidades tanto propias como de la prole y el modo cómo se organiza la vida familiar para que estas necesidades puedan ser satisfechas.  Los padres desarrollan una estructura en el ámbito laboral (tener trabajo, recibir ingresos, etc.), identifican lugares donde proveerse, distribuyen los recursos, organizándolos para que no se dañe la función básica de “nutrir a la prole”.

Estas funciones se aprenden en familia o dentro de la espontaneidad creativa de ser padres; esto es, cuando se tiene el primer hijo y uno se inventa como padre/madre. Y se van conjugando elementos biológicos con elementos culturales. Desde esta lógica, parafraseando a Winiccot, las pautas de crianza son una elaboración imaginativa de la vida del cuerpo del niño, de la prole. Si el cuerpo de la prole pide alimentación, aparecen normas de alimentación. Lo mismo ocurre con las normas de aseo y abrigo en la familia. De este modo, de acuerdo a Minuchin, sobre la base de necesidades biológicas aparecen estructuras familiares.

Bolwby refuerza la importancia del apego, entendido como la seguridad  de que mis padres, mis hermanos me quieren,  mis abuelos me quieren y que yo les importo. Y además ellos me importan a mí. El apego se desarrolla gradualmente; cuando la madre amamanta a su hijo, o cuando sus padres lo acarician, lo besan, lo toman en brazos están creando apego.  El apego tiene un componente fisiológico importante: esas acciones generan descargas de oxitocina, y la oxitocina genera apego.

Cualquier análisis que hagamos sobre la familia o sus integrantes, debería considerar la revalorización de esta tríada del  modelo de familia, que se encuentra plenamente vigente en estos días.  Trabajar con las familias para fortalecer su propia organización, la capacidad de observación del desarrollo de los niños y el potenciar el apego son elementos centrales en el quehacer de la salud familiar, en donde los equipos de salud tenemos mucho que aportar