Programa de Salud y Medicina Familiar UdeC

Dra. Flavia Díaz Yévenes
Médico de Familia

El arte y la ciencia de conocer la enfermedad y de procurar su prevención o su curación y de aminorar el sufrimiento y el dolor o retardar la muerte del ser humano, ha pasado desde el principio de la existencia del hombre por diferentes etapas, que el análisis retrospectivo nos facilita reconocer, y que se imbrican y entrelazan a través de los tiempos y del cambiante desarrollo de las ciencias, a medida que el hombre evoluciona, desde su ignorancia absoluta de los fenómenos de la naturaleza que lo rodean, hasta la época actual que lo ha llevado a conocerse -así sea parcialmente- a sí mismo y a comprender, e inclusive a tratar de manipular las estructuras de los seres vivientes y a adentrarse en ese universo infinito que ha fascinado al hombre desde siempre.

Al principio el arte de curar se basaba exclusivamente en la observación de los fenómenos orgánicos causados por el trauma de las guerras, los terremotos, por las grandes epidemias y por los procesos que rodean el nacimiento de los seres humanos que, permanentemente o por agudizaciones periódicas diezmaban prematuramente a los pobladores del planeta. La muerte constituía un fenómeno natural inherente a estos procesos y era esperada, temida y respetada como un fenómeno producido por la voluntad de Dios, al que no podía el hombre de ninguna manera, ni debería, oponerse, hoy en cambio las enfermedades son producto de la calidad y tipo de vida, por las relaciones interpersonales, fuertemente influenciadas o determinadas por variables sociales, nuevas enfermedades, nuevos pacientes, por lo tanto nuevos desafíos para la medicina, “mirar con otros ojos”.

Con el paso de los años la medicina ha evolucionado hoy la muerte se aleja cada vez más, la sociedad no acepta el envejecimiento como la evolución natural y día a día se nombran nuevas enfermedades que en la antigüedad no existían, y cada vez nos alejamos aún más de nuestro objetivo de acción, el SER HUMANO.

“Las enfermedades no existen, sino enfermos”

Dónde quedó este concepto que escuché en mi primera clase de semiología, hoy son hipertensos, diabéticos, cardiópatas, ¿dónde está la persona?, escondida tras los exámenes, los fármacos, los controles y sin pensarlo seguimos cumpliendo horarios, protocolos, sin darnos cuenta que la insatisfacción es mutua, tanto usuario como médico sentimos que nuestras acciones son infructuosas, no nos escuchamos, mientras más hacemos más perdemos credibilidad, menos adherencia, más policonsulta, pacientes insatisfechos, sobreintervenidos, personas y familias enfermas, esto muestra una necesidad de darnos un tiempo para mirar, para escuchar, para buscar ese sentimiento, esa emoción que nos movilizó por la medicina, una vez más el SER HUMANO y LA SALUD, para conseguirla estamos llamados a reconocer al otro como un legítimo otro y a formar con ellos equipo, integrar al usuario en el camino hacia su salud, escuchar lo que nos dice, mirar su entorno, reconocer sus herramientas y capacidades, y desde allí comenzar a trabajar, desde ellos, desde su realidad y hacía ella, no desde nuestra mirada sesgada por nuestra realidad, dejar de lado el SER MEDICOS para comenzar a HACER MEDICINA.